El fenómeno de la serie basada en la vida de Luis Miguel ha superado todas las expectativas, ayer Netflix registro altos niveles de audiencia con el capítulo final del serial que desde su inicio cumplió con su premisa, desvelar la verdad -o una parte de ella- de la vida del misterioso cantante.
Más allá del morbo, el capítulo final de Luis Miguel la serie, fue redondo. Un trabajo impecable de investigación, con la precisión de un cirujano realizada por Javier Len y Juan Manuel Navarro quienes entendieron perfectamente los elementos que Daniel Krauze necesitaba para recrear la vida del astro. Sin dejar a un lado la interpretación del genio de la escena Oscar Jaenada, quien aparentemente sin tanto esfuerzo, llevó a la cima al villano mas odiado de la televisión Luisito Rey y fue quien catapultó la serie a límites inimaginables.
«Luis Miguel, la serie» demostró que el actor vale por lo que interpreta, más allá del nombre y que alguien puede crecer como Goliat, tal y como le paso a Diego Boneta, quien hasta el último momento logró poner los pelos de punta hasta al mas duro de los espectadores.
No hablaré abiertamente de la última escena por si no has visto los capítulos, pero solo diré que es sencillamente maravillosa, logra concentrar compasión, odio, amor y un sesgo de felicidad que detona la formula del entretenimiento. En solo unos minutos, la frase «Tú ya sabes donde está» que le dice Luis Rey a Luis Miguel en el momento en el que «El Sol» espera una respuesta tras la desaparición de su madre, es un halo de ilusión, que se presenta limpio, fuerte y permite a la audiencia subirse en una montaña rusa de emociones que no se habían visto en una telenovela mexicana desde hace mucho tiempo.
Lo que hicieron con «Luis Miguel la serie» es la muestra clara de que el contenido es el rey, el melodrama auténtico es la fórmula. Sí, ya se que vas a decir que es lo mismo, pero al final es lo que logra que la audiencia se engache con un producto.
Tuvieron un final de temporada que cumplió con su premisa, el ídolo contó la verdad de su vida y desnudó su lado humano porque vimos a un Luis Miguel borracho, irruptivo, enamorado, contestatario, pero ante todo esperanzado a que podía encontrar al amor de su vida -su madre-. Fue el galán de personalidad aspiracional, romántica y traicionada.
El elenco cumplió con su objetivo, Camila Sodi demostró que se puede encarnar a una Isabella Camil que efectivamente acompañó a Luis Miguel en uno de los momentos más difíciles de su vida o un Cadete Tello que se metió en el corazón de los televidentes aun cuando nunca existió.
Con «Luis Miguel, la serie», ganan todos, gana el público, porque se la llevarán en el corazón y esperarán con ansia la segunda temporada. Sin embargo, también tiene una «maldita bendición» pues darle vida a Luis Miguel es ahora el reto más grande de Diego Boneta, está forzado a conseguir un personaje que logre liberarlo del encantador «Micky» que solo le acumuló añoranza.
Y obviamente gana Luis Miguel, quien con este proyecto y su cambio radical de actitud sobre el escenario, logra reconstruir a la estrella. Porque mas allá de si ve o no por sus hijos o si ya se rehabilitó emocionalmente o si dejó de tomar, muestra al hombre que fue víctima del abandono y sin querer queriendo justifica al hombre que en pocos años acumuló más éxitos y problemas que dichas personales.
Sí, no se justifica que no vea por sus hijos y al tiempo se podrá ver si le cayó el veinte, ese ya será su problema. Por lo pronto Luis Miguel ya dio el paso al mostrar su dolor más profundo en público y justificó el hecho de que durante años dio lo que no tenía y que ahora viene por todo.
Hay que destacar que la cabeza del proyecto fue Carla González Vargas quien con su ánimo y fuerza nunca dejó de luchar para realizarlo. Tenia todo a favor, su gran equipo de producción, una la tremenda alianza de Gato Grande Productions Metro-Goldwyn-Mayer y la visión del genio Mark Burnet.
Cuando se juntan todas las piezas y se hace una maquinaria perfecta, la probabilidad de ganar es mayor. Aquí hubo todo, ganas, equipo, historia y un sol cada vez brilla más.